Iurgi de excursion

04 mayo 2014

Birmania 2: Kalaw - Inle Lake

Tras la visita a Mandalay, madrugón y al aeropuerto. Vuelo a Heho, donde nos esperaba ya un coche de la agencia que nos montó el hiking de tres días desde Kalaw hasta el Lago de Inle. Cincuenta minutos hasta la tienda donde nos explicarían un poco el recorrido en el mapa.

Dejar la mochila grande y a andar con el que sería nuestro guía. Un estudiante de derecho de diecinueve años que pasa los periodos sin clase guiando turistas en la zona. Un inglés razonablemente bueno y algunos conocimientos sobre las zonas que visitamos: flora, fauna, cultura. Aunque aquello claramente no es lo suyo y algunas inventadas le cacé.

Salíamos tarde. Lo normal es empezar a las ocho y en su lugar con el vuelo nosotros comenzamos a las once. Cuesta arriba. Algunos arrozales. Pero principalmente por camino de tierra por la que de vez en cuando pasaba alguna moto, "tractor" o camión, levantando polvo. Él aceleraba el paso y pronto comprobó que no íbamos a tener ningún problema de tiempo.

Acostumbrados a andar y correr por montaña aquello era sencillo. En una hora hicimos lo que normalmente se hace en dos. Una sola mochila de cuarenta litros y la riñonera como únicos bultos. Fácil.

Comer en un restaurante estilo indio vegetariano. Primer contacto con plato que repetiríamos varias veces: aguacate partido por la mitad un poco de sal y limón. Sencillo pero agradable. Más tarde descubriríamos que era receta cero local. Preparado exclusivamente para los turistas. Ellos utilizan el aguacate para hacer crema con leche y algo más.

Empezar a ver pueblos locales. Con sus plantaciones de sésamo. Niños masticando caña de azúcar.

No todo era el mismo camino. También nos tocó andar por la vía del tren.

El guía haciendo sombras.

Y seguir viendo arrozales antes de llegar al pequeño pueblo donde haríamos noche.

Limpiarse un poco a base de cuencazos de agua fría del pozo y a comer la cena preparada por nuestro cocinero.

No lo sabíamos al principio, pero esos 20$ por persona y día incluían estancia, guía y cocinero propio. Este iba por otros caminos en su moto y cuando llegábamos a nuestra parada, fuera almuerzo, cena o desayuno, allí estaba él cocinando. Platos sencillos pero muy sabrosos. Mucho vegetal. Poco picante, una vez les comentamos que a Miao no le iba mucho. Un poco cargado de grasas, sobre todo el desayuno. Pero supongo que es lo que toca en esa época, porque en cuanto se va el sol hace muuuucho frío. Cinco grados cálculo. Que con casas de ladrillo, madera y poco más es frío, de verdad. Compartiendo una fogata antes de ir a dormir a las ocho y poco.

Es lo que tiene la "vida en el campo", regida por la luz solar. Despertarse casi con el amanecer a las seis y pico. Desayunar y de nuevo caminando esta vez viendo carros arrastrados por búfalos.

El paisaje.

Lleno de trigales.

Plantaciones de chiles inmensas. Secando mucho ya recogido.

Y, como no, muchos arrozales.

Aquí con árbol que se mantenía en pie a duras penas. Toda la pinta de haber sido golpeado por un rayo.

Llegar a nuestra segunda casa y el cocinero con las manos en la masa.

Preparando nuestra cena de ocho platos de Nochebuena. Mientras nosotros dar una vieja por el pueblo. Monasterio con monje meditabundo.

La gente del pueblo regresando del día trabajando en el campo.

Y muchos niños.

¿Cuántos años tendrá y montando un búfalo?

Acostumbrados ya a posar.

Y encantados viéndose en pantalla e intentando jugar ellos también. Saben perfectamente como pasar fotos y varios. "Sufrido" ya suficientes turistas.

Aunque algunos intentaban escapar de mi objetivo :P

"¿Realmente me vas a sacar una foto así? Yo con estos trapos..." parecía que decía la niña.

De vuelta sería la noche de más frío. Algo más arriba en las montañas. Casa sin ventanas. En su lugar una pieza "hilada" con madera (o mimbre) que dejaba pasar bastante del viento y niebla externos. Cero aislamiento...

Pero antes estupenda cena y más fogata entre locales que nos miraban con ojos curiosos. Poco más de comunicación posible.

Levantarnos y empezar a caminar entre la niebla.

Extraña pero bella luz.

A medida que el sol sube, la temperatura también, consiguiendo ganar la batalla.

Dando paso a un día radiante.

En el que seguir caminando entre zonas de cultivo de distintos colores.

Protegiéndose del sol.

Hasta que llegamos a la entrada a Inle Lake.

Mezcla de lugar turístico y pueblo de pescadores y agricultores sobre el agua. Coger nuestra barca y meternos entre los canales. Viendo locales moviendo sus mercancías en la forma más tradicional.

Nosotros a motor.

Una hora larga de trayecto hasta llegar al centro del pueblo (Nyaung Shwe).

Donde el lago se junta con carreteras. De nuevo, ¿cuántos años tiene el niño que intentaba (y consiguió) montar en bici con acompañante en la parte de atrás?

Iurgi intentando aprender como utilizar la cámara y la modelo "sufriéndolo" con paciencia.

De paseo por los alrededores se te van acercando personas que te ofrecen sus servicios o los puedes contratar a través de las N agencias que hay en la calle principal. Así alquilamos barco con el que visitar el lago, pagando un poco más para poder ir algo más lejos que los recorridos habituales.

Primera hora de la mañana desayunar y acercarnos al muelle desde donde saldríamos.

Nuestro "grumete". El hijo del dueño de la barca. Ellos dos nuestra tripulación.

Nada más salir del canal principal del pueblo llegamos a la primera "atracción turística".

Inle es conocido por sus pescadores. Por la forma característica con la que reman. Sus cestas-red. Pero a los que nos llevaron, son totalmente "para turistas". Totalmente engalanados, posando y obviamente esperando recibir pasta por ello... Por gustar, como foto, me gustaban más los otros pescadores que nos íbamos encontrando por la travesía...

El día incluiría visitas a un montón de distintos sitios. Incluidos talleres en los que se ve como hacen distintos productos autóctonos. Aquí una mujer jirafa con su telar.

E Iurgi que sigue jugando con su cámara. Intentando sacar el reflejo del canal. Pero todavía control muy limitado, demasiadas opciones...

Parar en un gran mercado donde venden de todo: gorros, pinturas, figuritas...

También con restaurantes. Aquí cocinando en barriles/latas.

Ufff... Espero que limpiaran muy bien el aceite, gasolina o lo que fuera que tenían originalmente.

Zonas donde comprar tabaco, especias, pescado, carne, verduras, frutas.

Un cachorro perdido en una esquina.

Cuanto más al sur se va, cada vez menos barcas. El agua más calmada y mejor reflejo dentro de los pueblos flotantes.

Ir a un templo. Donde las tradiciones se juntan con los neones...

Lavando a los búfalos bajo el templo.

Jorobados completamente.

Un señor transportando paja para darles de comer.

Y de nuevo reflejos, esta vez de pequeñas pagodas y estupas.

Más barrios flotantes.

En algún pueblo paramos para ver sus cerámica y su día a día. Aquí mazorcas secándose al sol.

Una fábrica de telas.

Y las omnipresentes huertas.

Hectáreas y hectáreas de tomateras y otros a ras de agua. Un laberinto de canales que los cruzan.

Y acabar con el anochecer. Al que no le pude sacar fotos, porque me había quedado sin batería... Principiante... Nada espectacular.

El siguiente día la idea era alquilar bicis y recorrer la zona. Pero Miao tuvo algún problema y acabé solo por las carreteras.

Polvo, camiones, obras cada dos por tres. Pero bien mereció la pena. Llegar a un pueblo, creo que llamado Maing Thauk. Parte sobre tierra parte tras este puente.

Creo que milenario y seguro súper fotogénico.

Llegar al final del mismo. Ser abordado por un local que me ofreció llevarme en canoa por X kyats. Un poco de negociación, dejar bloqueada la bici, y de nuevo entre canales súper apacibles.

El señor posando. Realmente prefería remar sentado una vez que íbamos muy lento para que yo pudiera sacar fotos.

Cielo y agua más azules imposible.

La mayoría de casas son similares. Hechas de cañas de bambú, madera y poco más. Todas con un pequeño pasillo hasta el baño que está separado de la zona principal. Para entrar y salir cada uno su canoa.

Que sirve también de bañera.

El lago es parte de su día a día. Niño con perfecta técnica de remo.

Desde la ventana viendo la vida pasar.

Y tras la media hora que más me gustó de todo el viaje volver al muelle y el puente.

Seguirle sacando fotos.

Y volver lo antes posible. Pasé por un viñedo que supuestamente tenía buenas vistas del lago, pero no me gustó. Volver al pueblo e ir un poco más allá, a visitar uno de los monasterios. Donde me encontré a los jóvenes monjes en su clase.

Rápido, rápido de vuelta. Juntarme con Miao y coche que nos llevaría al aeropuerto de nuevo. Un par de vuelos con el anochecer.

Siguiente destino Bagan.