Iurgi de excursion

04 febrero 2012

Nueva Zelanda 3 - Costa oeste, Tekapo y Mt Cook

Desde Nelson mi idea era bajar por la costa oeste con calma, tal vez pasar por uno de los glaciares (Franz Joseph) y coger tren a la costa este, con parada intermedia. Pero a pocas horas de empezar recibí correo de Alpine Recreation, una empresa que se dedica a hacer "expediciones" alrededor del Monte Cook, el más alto en Nueva Zelanda. Me informaban que dos personas (el mínimo por guía) se habían apuntado a una de las opciones en las que estaba interesado, así que podía ir para arriba. ¡Cambio de planes!

Prontito de nuevo al autobús. Últimas vistas de Nelson.

Y empezar a ver verde de nuevo por la ventana.

Para eso Nueva Zelanda tiene para dar y tomar. Kilómetros y kilómetros de pastos, ríos, bosques, montañas. Y de repente aparece toda la costa. Una carretera que la bordea y olas y más olas abajo.

El país es conocido por sus ovejas, tocan a unas diez por habitante, pero vacas también hay unas cuantas.

Parada de media hora del autobús para ver los creps de Punakaiki.

Un parque natural junto al mar donde no se sabe muy bien por qué las rocas toman forma de creps apilados, pancakes que dicen en inglés. En la foto de arriba se aprecian si se pincha sobre ella y ve en grande. Un paseo viendo rocas y formas. A ver cuantas caras y animales es capaz cada uno de ver/imaginar en esta perfil.

Coger de nuevo autobús, media hora, llegar a Greymouth y de la misma descubrir si habían billetes para ir a la otra costa. Sí. Perfecto. ¡Pasajeros al tren!

El Tranzalpine es más una forma de ver el paisaje que un medio de transporte. Grandes ventanas y cruzar de punta a punta una de las zonas más fotogénicas y diversas del país. La zona oeste es la más lluviosa. Muchos lagos y verde.

Llegar a Arthur Pass que es el punto intermedio, parada de unos cuantos minutos para estirar las piernas y descubrir que se puede salir a "fuera". Todas las conexiones entre vagones están cerradas menos la del primer vagón de pasajeros que se junta con el de equipaje.

Las fotos empiezan a mejorar sin cristal intermedio. Y descubro que atrás del todo directamente hay una zona medio abierta para sacar fotos. Un poco competición por los mejores sitios.

Porque el paisaje interesante a veces está a la izquierda otras a la derecha del tren.

Montañas, lagos, puentes, ríos.

Muy interesante hasta llegar a la última zona de río. A partir de allí la planicie cultivada y pastada hasta Christchurch.

Buscar hostal, pasar noche y autobús a Tekapo. En ruta de nuevo cosas interesantes. Nueva Zelanda es el mejor ejemplo de esa frase que dice que "el destino es el camino".

Resumir Tekapo en una palabra sería: azul. Un azul increíblemente claro de las aguas de su lago. Casi parece una piscina.

Es una particularidad que comparte con otros grandes cuerpos acuosos del país, provenientes de los glaciares que ocuparon hace siglos gran parte de aquellas tierras. El mejor sitio para apreciarlo Mount John. Una horita escasa de subida tranquila entre árboles.

Flores.

Algunas pocas escaleras y llegar a lo alto de la colina desde donde ver el lago al completo. Demasiado grande como para sacar una buena foto.

Arriba un centro astronómico. La zona es una de las mejores del mundo parta ver estrellas. Bajar,

cenar y preparar todo para el siguiente día mientras charlo con la que sería mi compañera de cuarto. Una irlandesa, que vista la situación económica de su país ha decidido emigrar durante un tiempo (al menos un año) a Nueva Zelanda.

Levantarme y furgoneta que me recoge camino a la tienda donde conocer al guía que nos llevará montaña arriba. Chequear el material a llevar, en caso de no tener algo ellos lo proveen, desde botas hasta crampones pasando por gorras, guantes o lo que sea. Meter también comida en la mochila e ir conociendo a los compañeros de excursión. Haciendo lo mismo que yo dos australianos, padre e hija. También otro grupo de cuatro que harían una versión más larga de tres días y dos noches, mezcla de australianos y neozelandeses, a practicar más inglés con acento :P

Montarnos en un minibus y camino a las montañas nevadas que se ven en la lejanía.

Alrededor de una hora, hasta que cambiamos a un 4x4 inicialmente por una carretera de gravilla y posteriormente ya pista de roca de verdad. Ouch, ouch,ouch... Bote, bote, bote... Derecha, izquierda... Me recuerda un poco el viaje al Gibbon Experience, con tanto bache, pero sé que se va a agradecer un bastante (sobre todo mis compañeros) esos 6, 7 kilómetros menos a andar.
Bajarnos, recoger las mochilas.

Y a caminar.

A nuestra derecha un glaciar que ha retrocedido dejando tierra machada, casi como un paisaje lunar. Bajo nuestros pies rocas y más rocas.

Hay zonas de gravilla donde confiar en las botas y deslizarse cuesta abajo. Me recuerda un poco mi única experiencia esquiando. Al fondo las montañas nevadas.

Aunque inicialmente va bien poco a poco nuestro australiano empieza a cansarse e ir más despacio. Sin problema. El guía va el primero con Lily, la hija, y yo voy cerrando grupo echándole un ojo y una mano de vez en cuando.

Así que tengo mucho tiempo para ir sacando fotos de todo. Las flores y el paisaje de fondo.

El agujero dejado por el glaciar abajo, yo con el casco (obligatorio según los organizadores a partir de cierta zona, bastante escarpado y donde hay riesgo de piedras cayendo) y en manga corta intentando sacar foto

a un kea (pronunciar "kia" como su graznido)

Un loro de alta montaña único de Nueva Zelanda. Bichos listos y un poco particulares, que me acompañarían todo el viaje. Cada hora y pico hacemos una parada, cuanto más arriba más nieve que vemos.

Llegar al refugio.

Con muy buenas vistas desde su ventana.

Cenar lo que preparan los guías. Sesión de cartas y risas.

El anochecer que llega poco a poco.

Y avionetas sobrevolando la zona. Una forma mucho más descansada de conocer y ver el Mt Cook y sus alrededores.

Finalmente se hace de noche más tarde de las diez y la primera luz de la mañana llega a las cuatro y media!

Justo el equinoccio de verano en el hemisferio sur. Cuatro de nosotros intentando sacar fotos y luego dormitar un rato hasta despertarse del todo a las siete y media, ocho. Desayunar y los que van a pasar una noche más suben con calma a la primera parte nevada del paso, donde aprenden a utilizar correctamente los crampones y varios que necesitarán para cruzarlo el día siguiente. Mientras nosotros (guía, hija y yo, el padre prefiere reservar fuerzas para la bajada) les seguimos hasta un alto para seguir sacando fotos.

Dejarlos yendo hacia arriba

y nosotros para abajo.

Volver al refugio.

Tomar un té (ellos) y alguna pasta de mantequilla y empezar el descenso.

Grabado con el móvil.

El mapa en grande

De nuevo el glaciar debajo.

Más sencillo que la subida, aunque las rodillas se pueden cansar de tanta bajada. En mi caso utilizando bastones de trekking por primera vez y botas de montaña de las tochas que no me había puesto desde... ni sé, más de quince años seguro. Último descanso disfrutando de las vistas.

Llegar al 4x4 y vuelta a Tekapo donde pasar noche y un medio día de relax con mountain bike alquilada.

Seguir dando vueltas alrededor del lago. Disfrutar de esa libertad que te dan las dos ruedas sobre pistas de tierra o directamente campo a través. Sacar fotos de la pequeña iglesia (Church of the Good Shepherd) de piedra.

Y descubrir (para una nueva ocasión) que se pueden alquilar canoas y barcas para surcar sus aguas.

Tras comer autobús de vuelta a Christchurch.